viernes, 20 de febrero de 2015

Pediatría de ciencia ficción/Pediatría de sentido común




Necesitamos igualdad de oportunidades, para que todos, al margen de su inteligencia, puedan desarrollar las virtudes y talentos que tengan, todas sus capacidades para apreciar la belleza y profundidad de la vida humana, para poder, en definitiva, vivir plenamente. Cada niño es un individuo precioso, no un potencial funcionario de la sociedad. Necesitamos buenos maestros que estimulen a cada niño a trabajar a su propio ritmo. La escuela no debería ligarse a la estructura ocupacional, preparando a la gente para los trabajos importantes, sino más bien a fomentar todo el talento humano, sea o no necesario. Artes y habilidades manuales deberían ser tan importantes como las ciencias y la tecnología”.

(dedicado a los que han recortado y recortan en educación)



Hace unas semanas leí un artículo en prensa con este impactante titular: "Neurociencia para predecir el comportamiento". Los autores afirman que con técnicas de neuroimagen en un recién nacido a las 36 horas de vida, y según la respuesta cerebral al habla, se podría predecir con un 81% de acierto el desarrollo de dislexia a los 8 años. Esto serviría, en un futuro, como una especie de "prueba del talón" para estas patologías y para dirigir un tratamiento enfocado a prevenirlas. Ya veremos, con el tiempo...


Pero los autores no se quedan ahí y en un "venirse arriba", refieren que también se podrían usar estas técnicas para vaticinar un futuro rendimiento educativo, aptitudes de aprendizaje, desempeños favoritos e incluso tendencias adictivas y delictivas. Aquí ya entramos en la ciencia ficción, ¡ya será menos!...



del futuro al siglo pasado, a 1968. En ese año Robert Rosenthal y Lenore Jacobson realizaron el siguiente experimento: pasaron un test de inteligencia a unos alumnos de primaria y se informó a sus profesores cuáles de estos niños eran los que tenían mejores resultados. Pasados 8 meses se comprobó que efectivamente estos niños tenían resultados académicos mejores.


Lo curioso es que esos niños "listos" habían sido seleccionados al azar y no por los resulados del test. Es lo que se conoce en psicología y pedagogía como efecto Rosenthal/profecía autocumplida/efecto Pigmalión y que consiste en que las creencias que se tengan con respecto a un niño influyen, según sean éstas, positiva o negativamente, en su comportamiento y también en su nivel intelectual.



En conclusión, es el dilema de siempre de "si se nace o se hace" y seguramente sean las dos cosas: cada niño tendrá su "neuroimagen" que habrá que potenciar dando mensajes positivos, elevando su autoestima, potenciando virtudes,... porque "cada niño es único y educarlo es ayudarlo a descubrirse y realizarse en una sociedad de iguales que no necesita de mediocres obedientes" (la frase es de Yaacov Hecht).


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