Leer etiquetas es, en la mayoría de los casos, cosa de iniciados, por su complejidad.
Pero, no somos tontos.
La Unión Europea, en sus últimas directivas nos proporciona dos ejemplos, uno bueno y otro malo en lo referente a productos para alimentación infantil.
Empecemos por el ejemplo bueno. Debido a los beneficios de la lactancia materna, la eurocámara exige que las etiquetas y la publicidad de la leche en polvo para niños menores de un año (las llama textualmente "sucedáneos de leche materna") no incluyan fotos de bebés o imágenes que idealicen el uso de este producto para evitar engaños. Además se pide que se revise el complejo compendio de normativas que regula en la actualidad la leche destinada a niños entre 12 y 36 meses ("las de crecimiento", ya he tratado el tema en otra entrada). Mas información aquí y aquí.
Ahora el ejemplo malo. Hace unos días, el Parlamento Europeo aprobó una resolución al amparo de la reforma de la Política Pesquera Común (PPC), que permite eliminar de las conservas de pescado y marisco una información básica para los consumidores: el origen de la materia prima. Una enmienda de la eurodiputada gallega Carmen Fraga (PP) pedía esta supresión de información alegando que ésta "complicaría el etiquetado" ya que saber el origen no aporta información "relevante al consumidor" y que éste sería "incapaz de digerir tal cantidad de detalles" (lo que está en cursiva es textual, más información aquí).
Las grandes conserveras aplauden la medida anterior, no así las asociaciones de pequeños productores ni las asociaciones de consumidores.
La información sobre temas de alimentación y salud nunca es demasiada (y tampoco en otros aspectos). Quiero saber como consumidor lo que van a comer mis hijas y si para ello tengo que hacer otra licenciatura, ésta en etiquetados, que así sea, pero que el gobierno no me tome por tonto ni en esto ni en otras muchas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario